Los sonidos en los conciertos no sólo vienen de quienes están sobre el escenario, los sonidos que se viven dentro del público dan vida y nutren de energía a cualquier artista.
En mi andar musical por Barcelona he descubierto distintas maneras de escuchar un concierto, aquellos donde la solemnidad y el respeto por cada canción es inmaculado, hasta aquellos donde los gritos, los coros desenfrenados y los aplausos ensordecedores dejan sin palabras a los artistas.
Cada uno de los sonidos que se escuchan debajo del escenario tienen un porqué, desde aquellas conversaciones entre canción y canción donde se espera el artista toque alguna canción esperada, hasta aquellos donde se pueden escuchar gritos de pasión declarando su amor por la persona que está sobre el escenario, pasando por los aplausos llenos de agradecimiento por el momento vivido.
Las lágrimas y el llanto de emoción también son sonidos, sonidos que se contagian a quienes estén a tu alrededor, porque es mostrar vulnerabilidad sin ser juzgado, es abrirte a la música y sentir con ella. Las risas de alegría, también son contagiosas, las cuales provocan que te liberes y por un momento puedas ser feliz (o más feliz).
También hay que decirlo, no todos los sonidos pueden ser agradables, algunos pueden ser molestos, como aquellos que no respetan al músico, aquellos que hablan sólo por hablar, sin importarles que el momento no amerite esa conversación, a pesar de ello, estos sonidos no son capaces de opacar aquellos bellos sonidos de pasión que se viven entre el público.
Aplausos, gritos, lágrimas, risas y mucho más es lo que puedes encontrar en todos los conciertos a los que asistas, siempre habrá alguien que muestre que todos somos humanos y que podemos sentir con la música, siempre habrá alguien que te muestre que hay que estar un poco loco para vivir un concierto, siempre habrá alguien que sin pedírselo te cuente cómo es que ha llegado a tal o cual artista, y siempre, por siempre, aunque suene a tópico, el aplauso será el alimento del artista, pero aún más importante que eso, el que el público sienta y conecte con las canciones será el alma que mantenga vivo al artista.
¡Que vivan los sonidos de admiración en el público!
Por: Fernando Pérez