Por: Mónica López
Desde la desaparición de Pereza un amigo me dijo que tendría que escuchar la música de Leiva, yo me resistía totalmente, porque nunca me había gustado Pereza e imaginaba que Leiva o Rubén Pozo tampoco.
Mi resistencia sucumbió ante Sincericidio, canción de su tercer disco en solitario, «Monstruos», pero mi gusto se quedó en esa canción tan brutalmente sincera y con un sonido que podría ser la banda sonora de cualquier película de Tarantino.
Mi total perdición ante la música de Leiva no llegó hasta mayo de 2017 que dio su primer concierto en México. Fui porque mi hermana moría por ir a un concierto de Leiva y porqué Comunidad 18 debería de estar en ese primer concierto, pero como en todo concierto que voy medio a ciegas iba dispuesta a disfrutar y dejarme sorprender.
Y ahí en mitad del Lunario conocí por completo Monstruos, claro Pólvora y algún éxito de Pereza. Era inevitable no dejarse llevar por la energía de Leiva en el escenario, por la complicidad con Juancho (guitarrista, hermano de Leiva y voz de Sidecars), por las guitarras eléctricas que llenaban cada hueco de la sala, que te estremecía hasta lo más hondo. Aún lo recuerdo y se me eriza la piel.
Esa noche salí embelesada con la música de Leiva, no paraba de tararear las canciones junto con mi hermana, sin embargo algo sucedió al otro día, me puse el disco y me faltaba algo, no sonaba igual que en aquel escenario, no sé si era la energía que contagiaba Leiva o la entrega de su público, pero aunque está espléndidamente hecho el disco no podía compararse con el sonido del directo.
Pensé en aquel momento que quizá había sido porque era el primer concierto, del cantautor, al que iba o por ser el primero en México. Pronto tendría oportunidad de descubrirlo, porque para noviembre de 2017 volvería, esta vez al Plaza Condesa. Cuando anunció la fecha, ni Leiva ni México sabían que aquel año la naturaleza nos recordaría que la Tierra, que nuestro país está en movimiento y nos sacudiría con un sismo el 19 de septiembre, justo como 32 años atrás. A pesar de ello, del riesgo que suponía no llenar una sala, ante una ciudad semidestruida, Leiva siguió en pie con su concierto.
El Plaza Condesa se llenó aquella noche, un sold out rotundo, nadie había dejado que el sismo nos quitara la música, y comprobé una vez más que, a mi parecer, Leiva es magia en el escenario. Por unas horas olvidamos lo sucedido, y nos dejemos llevar por la voz única de Leiva, por su entrega absoluta en el escenario. Aún recuerdo cómo agradeció el esfuerzo de haber comprado una entrada a pesar de lo que se acababa de vivir, y reconoció la unión y la fuerza de la población. Sin duda fue un concierto de lo más emotivo. Y comprobé, sin duda que la música de Leiva crece en el escenario, que él crece en el escenario.
Para 2019, Leiva volvió a México, está vez con su disco Nuclear, y aunque ya era una fiel seguidora de su música decidí que, aunque tuviera que esperar, descubriría una vez más el disco en directo. Y no me arrepentí de esa decisión, porque morí de emoción cuando escuché «En el espacio» y todos corearon el final, como sonaron las desgarradoras guitarras de Costa de Oaxaca o Como si fueras a morir mañana. Sin duda fue otra noche inolvidable, que ahora que escucho el disco siempre vuelve a mí.
No sé, o más bien no recuerdo, el haber preguntado a Leiva si al músico se le conoce en directo. Pero para mí, a Leiva se le conoce totalmente en un directo, en un escenario en donde se entrega al máximo, en donde su voz se luce al máximo, en lo que transmite, en la música que hacen él, Juancho y sus músicos. Definitivamente cualquier amante de la música española tiene que, al menos una vez en su vida, ir a un concierto de Leiva y dejarse seducir por su música.