Era un fin de semana especial en la ciudad, la gente por las calles disfrazada, compartiendo cervezas con amigos y desconocidos, la noche llegaba y la fiesta estaba por comenzar. El carnaval llegó a Barcelona y no llegó solo, lo hizo acompañado de la música de Delaporte quienes reventaron la Razzmatazz con todo su poder electrónico.
La noche del sábado tenía que ser única, no tenía que ser como las anteriores y así fue, Delaporte trajo consigo canciones que podrían a bailar a todos, pasadas las nueve de la noche, arrancó el espectáculo sonoro de Sandra y Sergio, quienes acompañados de Mayte y Alex hicieron vibrar la ciudad.
Los bailes iniciaron sin avisar, los gritos y las manos al aire acompañaron durante todo el espectáculo, los aplausos eran eternos como la sonrisa de Sandra, quien era portavoz de las sensaciones de la banda y agradecía en todo momento a nombre de ellos. Sonaron canciones de la trayectoria de Delaporte, sonaron algunas versiones electrónicas de temas discotequeros que muchos han bailado, al final todo era bailable y lleno de energía.
En época de carnaval la música no podía faltar, los disfraces tampoco y algunos muy osados llegaron disfrazados al show, no era para menos, había que bailar y vivir al límite. Los bailes eran compartidos con conocidos y desconocidos, la alegría se sentía en la atmósfera, una atmósfera que invitaba a no quedarse quieto, los más tímidos movían las manos y aplaudían, los más valiente y desinhibidos saltaban y gritaban a todo pulmón, total al día siguiente se podrá descansar.
Los coros, los bailes, los aplausos y todo ese ambiente festivo duró alrededor de hora y media, fueron minutos intensos, minutos que supieron a gloria en tiempos difíciles, los minutos necesario para sacar todo lo malo y comenzar de nuevo con energías renovadas, esto es lo que provoca un espectáculo en directo de Delaporte, la desconexión y la reconexión con nuevas vibras.
La noche llegaba a su fin, pero no sin que Sandra compartiera muy de cerca con su público los últimos bailes, las últimas canciones hicieron explotar la Razzmatazz, el sonido de Delaporte se escuchaba fuera de la sala acercando a la puerta a los curiosos que caminaban por la calle: magnetismo musical especial.
El espectáculo de Delaporte es único, es contagioso, es como una droga de la cual no queremos escapar, es música para bailar, para disfrutar y desvivirse; Barcelona vivió una noche intensa de música una fiesta especial, porque estamos de vuelta en el club, todo parece ser como antes.
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