Por: Mónica López
En mitad de una fila en el banco me detuve a pensar en que hay ciertas filas que valen la pena, sin importar cuán largas sean o cuánto tiempo te quedes esperando, evidentemente la del banco o las que impliquen trámites no entran en las que valen la pena.
Las que sí, sin duda alguna, son las filas para conciertos, firmas de discos o en su época, hasta para comprar entradas. La primera fila que recuerdo haber hecho fue para el primer concierto que haría El Canto del loco en México, en el ya desaparecido Hard Rock Café, que estaba sobre Reforma a la altura del Auditorio Nacional.
Aquel día llegué cerca de las diez de la mañana, y ya había varias personas formadas, entre ellas, el club de fans. En un principio no éramos más de quince personas, pero justo el club de fans estaba apartando sitio para más personas que llegarían más tarde, y eso fue lo primero que aprendí, que los clubes hacen eso, llegan y apartan el sitio para los demás miembros.
Lo segundo es que debes de ser paciente y que ahí no importa de qué clase seas, media, alta, baja, o lo que sea, en ese momento solo estás ahí esperando a que abran la puerta y estar lo más cerca del escenario. Y lo tercero es que puedes conocer a personas, que quizá, se vuelvan tus amigos, al fin y al cabo al menos comparten el gusto por la misma música.
Además de esos tres básicos, también aprendí que tienes que tener identificado donde ir al baño y la manera de alimentarte, que alguien vaya por comida, o pedirla, creo que actualmente eso es más que fácil, entre las apps de comida y que hay comida rápida por todas partes.
Al final esa noche mi hermana y yo terminamos muy cerca del escenario, tanto que acabamos sintiendo las gotas de sudor de Dani Martín. La siguientes filas que hicimos fueron para otros conciertos con entrada general y para la primera firma de autógrafos a la que fuimos: La Oreja de van Gogh en Coapa. La primera vez que firmaba Leire en México.
Aquel año mi hermana y yo aprendimos mucho de filas, sobre todo, que esas filas valían la pena, porque por un momento podías estar cerca de tu músico favorito o sentir de cerca la energía de tu banda favorita en un escenario, así terminarás con moretones en las costillas o en los brazos, pero como dice La Pegatina eran «heridas de guerra, de una noche perfecta».
¿Y a ti cuál ha sido la fila que más te ha marcado?