La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) se presentó con gran éxito en Barcelona, fueron dos conciertos donde la intensidad de su música y de sus letras conquistaron la ciudad.
Tras una primera noche colgando el cartel de entradas agotadas, La M.O.D.A. estaba lista para el segundo asalto en Barcelona, nuevamente la Razzmatazz lucía a reventar, todos los héroes del sábado más que listos para disfrutar de una noche más de música.
Los de Burgos saltaron a escena con toda la energía que los caracteriza, iniciaron el show por todo lo alto, logrando los primeros gritos ensordecedores de la noche. Cada uno en su posición, cada uno con su instrumento daba lecciones de cómo se vive un concierto enérgico, los siete músicos lo daban todo en cada acorde, se dejaban la vida en cada una de sus interpretaciones, todo por esas personas que habían pagado una entrada para verlos en directo.
Fueron casi dos horas de concierto donde desde antes de iniciar el concierto hasta los momentos posteriores a este las personas asistentes cantaban las canciones, aplaudían sin parar, gritaban hasta dejarse la voz, bailaban hasta perder el aliento, no era para menos La M.O.D.A. provoca todo esto con sus canciones.
Sonaron los temas que todos esperaban, sonaron aquellos del nuevo cancionero burgalés, podría sonar lo que fuera, mientras estos siete artistas lo dieron todo y su público lo cantase, fueron casi 120 minutos donde las palabras de parte de David Ruiz fueron escasas, donde lo único que querían era tocar para su público barcelonés, donde la música era la heroína del sábado.
Todo llegaba a su fin, con el sudor en los rostros del público, con las voces casi afónicas, era el momento de decir hasta pronto, sonaron esas últimas canciones que dieron el cerrojazo final a una velada llena de energía, fueron esos últimos tres temas que despidieron la segunda noche de La M.O.D.A. en Barcelona, fueron las canciones que dieron la esperanza de que todo podía volver a ser como antes.
La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) se despedía de Barcelona, se despedía de Razzmatazz dejando claro que su música en directo se vive con intensidad, que la tranquilidad se queda fuera, porque su música es una vorágine de emociones, es un torbellino de energía.
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