- Texto y fotografías: Fernando Pérez
La noche del 24 de enero, Georgina y su guitarra volvían a Barcelona para, junto a su público, vivir una noche especial en un lugar particular, el Ocaña Club.
Sus seguidores ya se encontraban listos, algunos sentados en sillones, otros más cerca del escenario sobre el suelo, unos más de pie en la barra del bar, pero todos con las miradas clavadas en el pequeño escenario para no perder detalle de su artista.
Georgina salía a escena, se colocaba la guitarra, afinaba un poco y daba inicio al concierto con Adelante, estoy esperando, adelante… así, con Bienvenido a mi habitación arrancaban las primeras sonrisas y los primeros aplausos al finalizar la canción.
La cantautora, fiel a su manera de vivir los conciertos, contó las anécdotas de cómo surgieron algunas de las canciones que interpretaría, cercana a su público preguntaba cómo lo estaban pasando, bromeaba y disfrutaba a la par con ellos, ella sobre el escenario regalando las canciones que querían escuchar y ellos escuchando esos temas que se han vuelto la banda sonora de sus vidas.
Los momentos de mayor magia durante el concierto fueron aquellos donde la sorpresa llegó al público, las cosas inesperadas ocurrían, Georgina cantaba Ruleta del amor, canción que pertenecía a su proyecto musical Tisuby y Georgina, y que esta noche tuvo su espacio especial, en una versión totalmente acústica.
Cuando el show estaba por terminar la nacida en Venezuela invitó al escenario a una amiga, para interpretar juntas una de esas canciones que han marcado su carrera: Con solo una mirada al lado de Beth Rodergas, misma que la acompañó en el escenario hace 13 años en Madrid para de igual manera cantar juntas esta canción, al final la complicidad en escena contagió al público quien aplaudió tan maravilloso momento.
La velada llegaba a su fin, parecía todas las canciones deseadas habían sonadas, pero no era así, la canción que algunas pedían llegó: Supermujer hizo su aparición estelar para cerrar entre coros y aplausos un nuevo show en Barcelona.
Fue un concierto donde la complicidad entre Georgina y su público se sentía en el ambiente, ellos disfrutaron de cada una de las canciones, sin poner pero alguno, ella disfrutaba cantarles sabiendo que cada una de sus interpretaciones llegaban a los oídos y a los sentimientos de cada uno.
Sola, con su voz y su guitarra es como Georgina una vez más volvía a triunfar en Barcelona, un sitio que gracias a ese público cariñoso la arropa y la hace sentir como en casa.
GALERÍA FOTOGRÁFICA