La noche del 6 de mayo el Palau de la Música Catalana fue testigo de cómo la música de El Kanka voló a lo más alto del firmamento, en un concierto donde sus composiciones resonaron en cada rincón del palacio.
Pasadas las nueve de la noche las luces se apagaron y en escena apareció la banda del malagueño, para luego entre los primeros acordes salir con guitarra en mano e iniciar lo que sería una noche inolvidable, El Kanka volvía a Barcelona, lo hacía ante un Palau repleto de gente que lo admira y conocía sus canciones.
El ritmo alegre fue parte importante de todo el concierto, pues conforme este avanzó el público se quitaba los nervios y aplaudía más, los más osados se levantaban de sus asientos para bailar al ritmo que El Kanka les tocaba, otros aplaudían y cantaban hasta dejarse la voz, haciendo que en más de una ocasión el cantautor dejase de cantar para escuchar la voz de su público.
La noche seguía, la música seguía y la energía no paraba, sonaron canciones de antes, nuevas, de todo un poco, y es que desde siempre su música ha sido cantada en su totalidad, agradecido por esto, en más de una ocasión entre canción y canción daba las gracias por haber ido a verle, por haber llenado su primer Palau y estar junto a él y sus composiciones.
Las risas, los chistes, las anécdotas no podían faltar y esto es algo que le da más vida al concierto, hay una naturalidad y complicidad en el escenario que se transmitía hacía fuera de él, algo que el público agradecía y aplaudía, estos pequeños momentos le dan la cercanía que a veces falta entre los artistas y su público, algo que El Kanka consigue con facilidad.
Fueron casi dos horas de concierto donde el malagueño lo dejó todo, donde sus canciones hicieron vibrar cada uno de los rincones del Palau de la Música Catalana, donde sus composiciones pusieron a bailar a todos para despedir con una ovación de pie a El Kanka, al hombre que no para de volar en la música.