Por: Mónica López

Amaia, es una de las concursantes que más han dado de qué hablar en la más reciente edición del talent show «Operación Triunfo» (programa que en España lleva emitiéndose desde 2001 y que cuenta con nueve temporadas), y ha dado de qué hablar porque en las emisiones de su «vida diaria» ha roto con muchos «estereotipos», pero el que nos atañe aquí es el de haberse atrevido a revelar sus «gustos culposos», que para nada son culposos, porque una gran mayoría sigue a estos nuevos músicos.

¿Cuándo voltearon a verla? Fue cuando comenzó a cantar alguna canción de «El Kanka», instante en que todos los que miran están emisión se dieron a la tarea de buscar a este músico que se ha hecho una carrera del boca a boca, de las redes sociales, y de defender su música en un sin fin de escenarios españoles y latinoamericanos.

En este momento no sólo los televidentes le buscaron, sino también los productores de este conocido talent show, ¿Y porqué lo digo? Porque tan sólo unas semanas después el cantautor malagueño, que en 10 años de carrera no había pisado un plató televisivo, fue invitado a «la academia» de Operación Triunfo, para hacerle el día a Amaia, y claro dar algún consejo a los concursantes sobre música, y poco más. Así El Kanka fue el detonante para atraer la atención hacia otros músicos indie y evidenciar las visitas de otros que habían aparecido antes sin tanta repercusión (como Bely Basarte o Münik).

Todos aquellos que en muchos años no habían visto OT, volvieron a verla, porque El Kanka había aparecido, porque él había dicho  a sus seguidores que ahi estaría. Y claro, los realizadores no son nada tontos, son bastante astutos, y si funcionó con uno, ¿Por qué no con otro? Así que a partir de El Kanka, se dio todo un desfile de músicos «indie» que iban a tocar alguna canción y a dar algún consejo.

Miss Caffeina, Zahara, Rozalén, Andrés Suárez, Conchita, Barei, Efecto Pasillo, Funambulista, son algunos de los músicos que pasaron por este programa, músicos que no habían necesitado de la televisión para hacerse con un público y con los años llenar recintos como la Riviera o el Palacio de los Deportes (Wizink Center) de Madrid. A estos se sumaron artistas más conocidos como India Martínez, Pablo López, Pastora Soler, Taburete, que también se hicieron eco en las redes sociales de su visita a esta academia.

¿Y qué lograron? Justo lo que en años no, que la gente volviera a hablar de OT, que los músicos volvieran a querer participar de este show, y claro subir los ratings televisivos tanto de las emisiones diarias como de las galas.

Y ahora que llega el fin, todas las redes (al menos las mías) están a reventar de quién será el ganador, los músicos apostando por tal o cual, claro, la favorita es Amaia. Y bueno, también quiénes estarán en tan importante gala, entre ellos Pablo Alborán, que hay que recordar que se deben mantener los ratings hasta el fin.

¿Y después del fin que sigue? No estoy segura, pero de lo que si sé, es algo que he escuchado de varios músicos, es que se necesitan espacios en la televisión pública (y no sólo en la de pago) para difundir la música, en donde puedan ir los músicos a tocar de verdad y no con «full playback», donde puedan descubrir a nuevos y talentosos músicos, de esos que aparecen en letras pequeñas en los festivales y que poco a poco van subiendo hasta ser cabeza de cartel, para que no se queden en letras pequeñas.

Porque con lo sucedido en OT, más allá de las estrategias de los productores para subir ratings, es cierto que ha funcionado porque el público disfruta de ver a los músicos en la TV, de poder descubrir nueva música, como antes, porque aunque estén las redes sociales, a veces viene bien prender aquella lejana pantalla -llamada televisión- y ver a los músicos que se dejan la piel en cada disco y en cada concierto, y pensar que alguien más los puede conocer. Y sí OT sirve para esto, para tener espacios musicales reales en la televisión pública, los músicos habrán sido los verdaderos ganadores.