La noche del 18 de marzo Barcelona se volvió tropical, se llenó de electricidad con un ritmo salvaje donde las ciencias celestes nos pusieron a bailar, Carlos Sadness estaba en la ciudad con todo su flow.
La fecha ya estaba marcada en la agenda y puntual a esa cita Sadness saltó al escenario junto a su banda, para arrancar una noche de fiesta total. El frío de Barcelona se quedó fuera de la Barts, porque dentro la energía de la gente y la magia musical de Carlos elevaron la temperatura.
Las primeras canciones sonaban y ya los bailes comenzaban a hacer estragos en su público, quienes con bebida en mano se rehidrataban y se ponían a tono para disfrutar de la velada. Entre canciones clásicas hasta las más recientes, el show estaba lleno de historias musicales.
La complicidad que existe entre Carlos y sus seguidores es mágica, habla mucho con ellos, ellos le responden y en algunas partes del concierto existen conversaciones entre ambos, como si de amigos se tratase, amigos que cantan y bailan a un mismo ritmo, que son cómplices de la noche.
El ritmo tropical y con flow que Sadness propone es algo que sus seguidores disfrutan mucho, lo viven al límite, ahora sin distancias y más cercanos que nunca bailaron y aplaudieron todo, cantaron con él o sin él, la Barts retumbaba entre coros que enmudecían al artista.
El tiempo volaba, las canciones llenaban de alegría y de buena vibra a quienes se dieron cita, por su parte Carlos y su banda se entregaban arriba del escenario, la alegría era visible en sus rostros, las sonrisas del público eran vistas por ellos quienes se contagiaban de esa energía, una energía que no decayó nunca, que se mantuvo más allá del concierto.
Durante la pausa entre las canciones esas conversaciones entre Carlos y su público eran un respiro, la calma que precede la tormenta, porque cuando la música empezaba la fiesta seguía, los bailes no terminaban, todos eran una marea que, arrastrada por el sonido, era feliz navegando entre las canciones del artista.
Pasaron casi dos horas de concierto para que el fin llegara, luego de momentos de baile, de gritos, de aplausos, de risas y gritos de apoyo el show llegaba a su fin, y terminó como inicio con un gran baile, la fiesta concluía con energía desbordante, llegando e inundando las calles de Barcelona.
El flow de Carlos Sadness convirtió la noche barcelonesa en una fiesta, no era carnaval pero lo parecía, el público extasiado le regalo ese último aplauso agradeciendo que su música eleva las pulsaciones, el ritmo de Barcelona se aceleró por una noche, una noche que podría ser eterna.